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Un vistazo a la artística exploración de Adela Andea sobre la luz y el maximalismo.
La artista Adela Andea sonríe junto a sus obras. Foto de Laura Lea Nalle.
A medida que Meow Wolf Houston crece, en esta sección destacaremos a algunos de los artistas que nos están ayudando con esta nueva locación. Esto ya que juntar artistas de diferentes orígenes es parte de lo que Meow Wolf busca conseguir: crear un espacio donde las personas creativas puedan sacar a relucir su verdadero yo a través de una experiencia.
Adela Andea es una artista y escultora rumano-estadounidense cuyo trabajo consiste en inmersivas instalaciones que utilizan las últimas tecnologías de la industria informática y de la luz, así como objetos producidos en masa, impresión 3D, tecnología láser y una variedad de otros procesos y materiales. Con una formación polifacética que comenzó con la especialización en informática en la escuela secundaria, para después asistir a la facultad de derecho en Rumania, desde un principio que la carrera artística de Andea evadió lo tradicional. En base a eso le pregunté sobre lo que significaba ser artista en lo que era la Rumania comunista. Esta fue su explicación: “A menos que pintaras algo que fuera aceptable para ellos, no se podía ser artista”. Durante los años comunistas en Europa del Este, paralelos a los de la Unión Soviética, ser artista significaba tener un estatus privilegiado o el poseer un capital cultural. No era una ruta fácil.
Así recuerda Andea su vida en Rumania: “No había comida, había que hacer largas colas y no había electricidad. Recuerdo que hacía los deberes con lámparas de aceite. Hace poco que empecé a hablar de esto, el año pasado; igual yo duermo con la luz encendida. Me gusta que la luz me apunte. No me gusta dormir a oscuras”.
Andea se casó en los años noventa. Su marido ganó la “lotería” de la ciudadanía de Estados Unidos; esta, según ella, era en realidad un sistema para elegir personas en base a su talento o méritos. Andea y su esposo llegaron a Los Ángeles cuando ella tenía 21 años. Ahí continuó trabajando como asistente legal durante cinco años. Dice que su tiempo trabajando en el bufete de abogados fue enriquecedor, en parte porque apoyó casos que terminaron en la Corte Suprema. Cuando su mentor expresó que tenía miedo de perder a Adela, porque esta estaba embarazada, su respuesta fue: “No, me vas a perder porque quiero estudiar… iré a escuela de arte”.
Con la intención de seguir su verdadera pasión, Andea probó un par de programas de arte en California, hasta que se decidió por una licenciatura en Bellas Artes en Pintura en la Universidad de Houston, en Texas. Sin embargo, mientras buscaba otras alternativas, fue reclutada por el programa de Nuevos Medios de la Universidad del Norte de Texas, que consistía en escultura, pintura y nuevos medios. Fueron tres años en que se combinaron la atención de Andea por los detalles y su amor por la tecnología se; así finalmente comenzó su exploración artística de la luz, algo que justamente le había faltado en el pasado.
Incursionar en la práctica artista de las instalaciones no fue una tarea fácil. Andea reflexiona sobre esto en base a su trayectoria: “Las instalaciones se volvieron importantes para mí porque esta no era una forma artística tan popular cuando comencé”. Y continúa: “Es una forma totalmente inmersiva, y ahora más que nunca, ya estamos en una sociedad de consumo y tenemos todas estas cosas materiales”. Con “estas cosas materiales” se refiere a las que componen su trabajo; una de las intenciones de esta artistas es crear físicamente y con materiales hechos por el hombre un paisaje natural. Porque sigue siendo importante iluminar el mundo natural.
Dice Andea: “Todo es con neón. Generalmente, cuando se piensa en una instalación de luces se piensa en eso: neón. La mayoría, no todos, pero muchas instalaciones involucran luz de neón. Y yo no quería hacer eso. Simplemente me dije a mí misma: ¿Por qué usar neón? Tenemos nuevas tecnologías, como LED, disponible desde los años 50. Lo que pasa es que nadie lo usaba porque a nadie le preocupaba ahorrar energía hasta que comenzamos a hablar sobre el medio ambiente. Entonces, para mí, el LED se volvió algo que inmediatamente quise promover, junto con las nuevas tecnologías. Para esto usé elementos de computadoras, o el CCFL, esa luz fluorescente de cátodo frío”.
La obra de Andea representa un compromiso descarado y colorido, algo que podría asociarse con la feminidad y que es criticado por el —a menudo patriarcal— mundo del arte. Esta es una artista maximalista: Andea se resiste activamente a las altas expectativas artísticas del minimalismo, a esas iluminaciones blancas, o a ese arte monótono que no desafía normas. Así lo explica: “Existe el mundo del arte al cual se aspira a llegar y conquistar. Está esa idea de que… Ya, lo logré, he conseguido el éxito. Sin embargo, luego puede que te sientas y digas, Oh Dios mío, apenas puedo respirar. Y luego, si llegas a trabajar con Meow Wolf, que básicamente es como mandar a la mierda a todas esas instituciones, te dices, Ah, dios mío ahora puedo relajarme y respirar”.
Algo que la ayuda en cuanto a su actual colaboración con Meow Wolf es la sensación de que existen infinitas posibilidades en su trabajo en Houston. Así lo explica: “No hay restricciones. Porque en Meow Wolf son muy profesionales y respetuosos con el proceso artístico, ya que saben que esto es difícil para un artista; pese a que por lo general la gente piensa que todo sucede de la noche a la mañana”.
No se trata solo de la belleza que ofrece la apertura de este Meow Wolf, sino también de todos los artistas que participan en esta exposición. De hecho, Andea habla maravillas de las colaboraciones, de trabajar con artistas que conoce desde hace 15 años, pero con los que nunca tuvo la oportunidad de hablar o colaborar. Andea dice: “Cuando juntas a tantos artistas, estos forman un movimiento. En muchos sentidos, Meow Wolf ha creado un género. Este es un género artístico en sí mismo”.
Mientras su arte se acomoda en este nuevo hogar que le provee, el Meow Wolf en Houston, esta artista continúa residiendo con su familia en Texas. Ahí mismo donde Andea le hace clases a los estudiantes del programa “Vanguardia y kitsch” de Clement Greenberg, y todo a la par de sus creaciones que lo iluminan todo.